Desperté, pero no sabía si aliviado o decepcionado. El sueño había sido breve pero lo sentí eterno.
A raíz de las noticias sobre la posible legalización de la famosa cannabis sativa en California, a mi subconsciente se le dió por elaborar todo un escenario en Colombia donde, como buen país obediente, se había hecho eco de la nueva disposición y política ya no en contra sino a favor de la marihuana.
Soñé que grandes empresas de ciencia y tecnología, así como prestigiosos laboratorios internacionales habían puesto bases operacionales y sucursales en Colombia (Confianza Inversionista que le llaman), poniendo así avances al proceso de producción de siembra, cosecha y elaboración de los "cachos" o "porros" de marihuana; aunque al principio los pequeños productores protestaron porque se les dañó el único medio de sustento que tenían, éstos terminaron por engrosar las filas de empleados directos o indirectos de las titánicas multinacionales.
El negocio de la distribución era otro; un grupo de colombianos pilosos y con mucha influencia en los altos puestos ejecutivos y legislativos del Estado se craneó la operación para que hubiese una política que regulara esta nueva actividad. Fue así como el gobierno copiando el "exitoso" modelo de la ley 100, montó a manera de EPS e IPS las nuevas empresas de distribución, venta y servicio de la marihuana. Las Empresas Promotoras de la Marihuana eran las que distribuían los productos de la ya bendita planta y, las que comercializaban y vendían, eran las Instituciones Prestadoras de Marihuana. El conglomerado más famoso en el país fue creado por unos jóvenes paisas muy dinámicos: Tomás Uriel Moreno y Jerónimo Obdulio Arias, ellos con la ayuda de amigos y familiares fundaron TRABACOOP, que además ofrecía servicios para los efectos secundarios de la traba y tenía una lista de outsourcings para cada atención derivada del hábito permitido.
Los burriquetes, que estaban super felices, dejaron de ser mal vistos y ya no eran llamados indeseables o viciosos sino clientes de una respetada empresa. TRABACOOP empezó afiliando a quienes consumían en la ilegalidad y a su vez tratando de captar nuevos clientes con promotores, anuncios en TV nacional, radio, periódicos e internet, muy a pesar de la ira de un grupo de ultraderechistas y godos encabezados por el Procurador. La verdad es que fueron muy pocos los nuevos-nuevos clientes, pues seguía existiendo un dejo de desaprobación en el colectivo imaginario del país. Sin embargo la cantidad de burros que iba saliendo hacía que el negocio pintara muy bien. Hubo de todo, "desechables" que simplemente dejaron de obtenerla en las zonas de tolerancia, hasta gente muy "play" que eran consumidores habituales en su intimidad; no faltaron, por supuesto, las salidas del clóset masivas. Lastimosamente y como lo bueno dura poco o es efímero, la empresa estaba trabajando por encima de su capacidad instalada, la atención al cliente cada vez era más deficiente y no estaba alcanzando la marihuana para todos los usuarios que la necesitaban.
Para disminuir costos, TRABACOOP empezó a importar materiales para abaratar la producción, el papel para el bareto lo trajeron de China, pero su calidad y "sabor" no era el mejor, por tal motivo las trabas de calidad disminuyeron. La marihuana colombiana, de muy buena calidad por cierto, era cara y por tal motivo fue más rentable traerla de California, que ya era el mayor sembrador de cannabis en el mundo, acá se decidió sólo procesarla, por tal razón esa fuente de empleo que era la siembra y mantenimiento de cultivos poco a poco fue desapareciendo.
Las filas para obtener la exdroga eran inmensas y para muchos usuarios se convirtió en un verdadero calvario acceder a su exvicio, por tal motivo se volvieron problemas serios las depresiones, intentos de suicidio y "rebotes" de los clientes. Pero tenían que conformarse, no había de otra. El negocio tuvo su peor crisis cuando una gran cantidad de clientes murieron por lo ya antes mencionado, llegando el porcentaje de afiliación a sólo el 50% del máximo alcanzado. Surgió un limitado foco de "mercado negro" pero era muy caro y perseguido por las autoridades. En pocas palabras ocurrió una hecatombe, pero ni modo, los usuarios tuvieron que adaptarse al pésimo servicio, pues el Estado se hizo el de la vista gorda.
En realidad con el tiempo se dañó el negocio, muchos prefirieron dejar el bareto y pagaron tratamientos contra la adicción a pesar de ser costosos, otros recurrieron a su servicios de salud que aunque eran igual de deficientes, al menos ofrecían tratamiento psiquiátrico y hospitalización (así fuese por tutelas), y otros murieron. Ya el business no era business. En esos tiempos surgió una mafia que logró establecer el sistema anterior a la llegada de la legalización y estaba empezando a generarse una violencia por tierras, rutas y expendios, muchas veces con el auspicio de las autoridades y el silencio forzado de los ciudadanos.
En ese momento desperté....
A raíz de las noticias sobre la posible legalización de la famosa cannabis sativa en California, a mi subconsciente se le dió por elaborar todo un escenario en Colombia donde, como buen país obediente, se había hecho eco de la nueva disposición y política ya no en contra sino a favor de la marihuana.
Soñé que grandes empresas de ciencia y tecnología, así como prestigiosos laboratorios internacionales habían puesto bases operacionales y sucursales en Colombia (Confianza Inversionista que le llaman), poniendo así avances al proceso de producción de siembra, cosecha y elaboración de los "cachos" o "porros" de marihuana; aunque al principio los pequeños productores protestaron porque se les dañó el único medio de sustento que tenían, éstos terminaron por engrosar las filas de empleados directos o indirectos de las titánicas multinacionales.
El negocio de la distribución era otro; un grupo de colombianos pilosos y con mucha influencia en los altos puestos ejecutivos y legislativos del Estado se craneó la operación para que hubiese una política que regulara esta nueva actividad. Fue así como el gobierno copiando el "exitoso" modelo de la ley 100, montó a manera de EPS e IPS las nuevas empresas de distribución, venta y servicio de la marihuana. Las Empresas Promotoras de la Marihuana eran las que distribuían los productos de la ya bendita planta y, las que comercializaban y vendían, eran las Instituciones Prestadoras de Marihuana. El conglomerado más famoso en el país fue creado por unos jóvenes paisas muy dinámicos: Tomás Uriel Moreno y Jerónimo Obdulio Arias, ellos con la ayuda de amigos y familiares fundaron TRABACOOP, que además ofrecía servicios para los efectos secundarios de la traba y tenía una lista de outsourcings para cada atención derivada del hábito permitido.
Los burriquetes, que estaban super felices, dejaron de ser mal vistos y ya no eran llamados indeseables o viciosos sino clientes de una respetada empresa. TRABACOOP empezó afiliando a quienes consumían en la ilegalidad y a su vez tratando de captar nuevos clientes con promotores, anuncios en TV nacional, radio, periódicos e internet, muy a pesar de la ira de un grupo de ultraderechistas y godos encabezados por el Procurador. La verdad es que fueron muy pocos los nuevos-nuevos clientes, pues seguía existiendo un dejo de desaprobación en el colectivo imaginario del país. Sin embargo la cantidad de burros que iba saliendo hacía que el negocio pintara muy bien. Hubo de todo, "desechables" que simplemente dejaron de obtenerla en las zonas de tolerancia, hasta gente muy "play" que eran consumidores habituales en su intimidad; no faltaron, por supuesto, las salidas del clóset masivas. Lastimosamente y como lo bueno dura poco o es efímero, la empresa estaba trabajando por encima de su capacidad instalada, la atención al cliente cada vez era más deficiente y no estaba alcanzando la marihuana para todos los usuarios que la necesitaban.
Para disminuir costos, TRABACOOP empezó a importar materiales para abaratar la producción, el papel para el bareto lo trajeron de China, pero su calidad y "sabor" no era el mejor, por tal motivo las trabas de calidad disminuyeron. La marihuana colombiana, de muy buena calidad por cierto, era cara y por tal motivo fue más rentable traerla de California, que ya era el mayor sembrador de cannabis en el mundo, acá se decidió sólo procesarla, por tal razón esa fuente de empleo que era la siembra y mantenimiento de cultivos poco a poco fue desapareciendo.
Las filas para obtener la exdroga eran inmensas y para muchos usuarios se convirtió en un verdadero calvario acceder a su exvicio, por tal motivo se volvieron problemas serios las depresiones, intentos de suicidio y "rebotes" de los clientes. Pero tenían que conformarse, no había de otra. El negocio tuvo su peor crisis cuando una gran cantidad de clientes murieron por lo ya antes mencionado, llegando el porcentaje de afiliación a sólo el 50% del máximo alcanzado. Surgió un limitado foco de "mercado negro" pero era muy caro y perseguido por las autoridades. En pocas palabras ocurrió una hecatombe, pero ni modo, los usuarios tuvieron que adaptarse al pésimo servicio, pues el Estado se hizo el de la vista gorda.
En realidad con el tiempo se dañó el negocio, muchos prefirieron dejar el bareto y pagaron tratamientos contra la adicción a pesar de ser costosos, otros recurrieron a su servicios de salud que aunque eran igual de deficientes, al menos ofrecían tratamiento psiquiátrico y hospitalización (así fuese por tutelas), y otros murieron. Ya el business no era business. En esos tiempos surgió una mafia que logró establecer el sistema anterior a la llegada de la legalización y estaba empezando a generarse una violencia por tierras, rutas y expendios, muchas veces con el auspicio de las autoridades y el silencio forzado de los ciudadanos.
En ese momento desperté....