Por estos días se vive
una gran procupación por el comportamiento y presentación del
dengue, enfermedad endémica en nuestra región que ocasionalmente se
muestra con picos altos de incidencia sobre la población.
Es inútil salir a buscar
culpables por el alto número de casos del año pasado y la
presentación, para algunos inesperada, de los casos en lo que va de
este año. Es tonto desconocer la compleja ecología del vector (el
mosquito Aedes aegypti). Las responsabilidades son tanto estatales
como de cada comunidad afectada. Hasta el cansancio se ha dicho que
el mosquito transmisor es evidentemente “burgués” y prefiere la
ciudad y el agua limpia-quieta para vivir y reproducirse, sin
embargo, los monterianos y cordobeses en general tenemos muy poca
conciencia preventiva a cerca del dengue. La creencia popular es que
la fumigación es la mejor solución.
Esta enfermedad ha tenido
cambios importantes en su distribución mundial, en su
transmisibilidad y en sus formas de presentación. Estos cambios son
producto del inobjetable fenómeno del calentamiento global y de la
movilidad humana. Las variaciones de la temperatura ambiente, de la
humedad y de las precipitaciones han llevado a la expansión del área
de influencia, del contagio y a transformaciones en el ciclo de
reproducción del virus que porta el mosquito, que en últimas es lo
que causa la enfermedad. Al parecer el mosquito, y no las
enfermedades asociadas a él, ha cambiado su espacio de vida, todo
esto es una suma de mutaciones y cambios climáticos. Asimismo los 4
serotipos del virus causante de la patología se han difundido más
por el mundo y cada vez es más frecuente la reinfección en humanos
con la consecuente forma grave de un segundo cuadro de dengue, puesto
que se desarrolla inmunidad hacia la variedad de la primera
inoculación pero se vuelve más vulnerable a los otros serotipos. Si
alguien es contagiado con alguno de ellos, esa persona puede padecer
fiebre hemorrágica.
Montería es la
ciudad-centro de referencia en materia de instituciones de salud para
el departamento y también para el norte de Antioquia, zona de Urabá,
parte de Sucre y sur de Bolivar, por consiguiente, los casos graves o
que requieran atención de alto nivel de complejidad se atienden en
nuestra ciudad. Debido a esto se afecta la estadística del
municipio, las cifras no estan lo suficientemente discriminadas para
que se arrojen resultados reales inmediatos diferenciando lugar de
origen, puesto que lo que se informa es el número total de casos que
se están atendiendo o se atendieron en las clínicas, centros de
salud u hospitales y no se informa ni se hace precisión sobre dónde
se adquirió la enfermedad o cuál es el origen de los casos
probables, esta imprecisión parece ser constante en la mayoría de
las cifras a nivel nacional.
En el 2010 se publicó un
estudio serio sobre casos de Dengue y Factores Climáticos en
Montería, fue un estudio retrospectivo de los años 2003 a 2008
llevado a cabo por un grupo de la Facultad de Medicina Veterinaria y
el Departamento de Matemáticas y Estadística de la Universidad de
Córdoba. En ese trabajo se encontró una influencia importante entre
el conjunto de variables climáticas (temperatura, humedad relativa y
pluviosidad) y los casos de dengue. El asocio de las tres variables
explicaron en un 52 % los casos de dengue en esos seis años.
En Colombia son escasos
los estudios sobre la ecología del vector que permitan proyectar en
la época de lluvias, transición y sequías qué sucederá con el
mosquito, con sus larvas y con la población de virus. En el trópico
colombiano no existen cambios climáticos extremos, se tiene una
humedad relativa, temperatura y precipitaciones constantes, que al
parecer no afectarían la dinámica del vector y por tanto la
transmisión del dengue sería constante, pero las relaciones
descritas entre la transmisión y el clima son variables y en muchos
casos sin explicación biológica alguna. Aquí es donde entran a
jugar un papel determinante otros factores como la vegetación, los
cambios antes descritos en las poblaciones de mosquitos, la movilidad
de las personas infectadas, el transporte de diferentes serotipos de
dengue, y finalmente, los índices reales de pobreza.
En conclusión, la mejor
estrategia para enfrentar la enfermedad sigue siendo el manejo y
tratamiento del agua en el ámbito doméstico, con solo este ítem se
pueden prevenir hasta la mitad de los casos. Esto es supremamente
sencillo y sin costo para las personas. Obviamente se debe atacar
frontalmente al vector con fumigación, pero sólo en las comunidades
específicas donde se encuentre desbordada la presentación de casos,
previo estudio de efectividad de los productos usados, descartando
las resistencias que el mosquito haya desarrollado producto de
mutaciones.