viernes, 25 de abril de 2014

INSULTO Y LIBERTAD

El gran problema del país es la falta de educación y formación. La gente confunde libertad de expresión con insultar, el insulto no es más que una expresión violenta del lenguaje ya sea oral o escrito. Si bien es cierto no es delito insultar, las palabras que se empleen en el insulto si pueden meter en problemas a quien las emplee, toda vez que exista la injuria, la calumnia y la falsedad.

Aunque suene raro, soy defensor del insulto. Nada más regocijante que un agravio certero que deje sin capacidad de reacción o respuesta al destinatario de dicho vituperio, pero la ligereza con la que muchas personas pretenden insultar es francamente decepcionante. Insultar nos desnuda, expone nuestra propia sabiduría o nuestra más expresa ignorancia.

Las emociones en la lectura las pone precisamente el lector. Aunque el escritor haga su mejor esfuerzo, solo puede sugerir o tratar de inducir una respuesta emocional en sus escritos, el resultado final en el lector dependerá del lector mismo, por eso los trinos, párrafos, artículos, o ensayos insultantes deberían estar preferiblemente concebidos por una mente instruida, de tal manera que el insulto no deje lugar a dudas, no requiera explicaciones o distintas interpretaciones que puedan volverse en contra del improperio y/o del ofensor mismo. La contundencia de un “buen insulto” debe ser universal, de ahí el cuidado que se debe tener al seleccionar las palabras adecuadas y propender por una redacción impecable.

Insultar o proferir afrentas a personas a las que antes parecía imposible hacerlo ahora es demasiado fácil gracias a las redes sociales e internet y se puede hacer directa y exclusivamente hacia quien se busca denostar, hasta a la memoria de los muertos se puede injuriar hoy en día y lograr un escándalo nacional, pero siempre bajo el riesgo de dejar al descubierto de cómo somos en realidad, más allá de la pose insultante, quedaremos encueros.

En materia de oficios, el ser político en Colombia es combustible para ser insultado por todo y por todos, lastimosamente la mayoría de los políticos no han aprendido a devolver insultos y mucho menos a insultar. Bueno, es que no se requiere preparación alguna para ser político en Colombia, tal vez eso explique gran parte de los motivos para insultarlos en primer lugar.
Personalmente me preocupa que muchos de nuestros mandatarios, congresistas y funcionarios públicos no tengan la preparación mínima para regir nuestros destinos, pero también me preocupa que no sepan insultar. Creer en el infierno y relacionarlo con un insulto y un castigo real es tan risible y preocupante como ver como le dejan a los rezos la solución de los problemas ambientales del país.
También me parece preocupante que no sepan distinguir entre ironías, amenazas, reflexiones y sarcasmos. ¿Cuántos malentendidos se evitarían?. Volvemos al principio: El problema de este país es la falta y la falla en educación.

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