El avance en cobertura y atenciones del sistema de salud en Colombia es una curva en crecimiento sostenido, muy lento pero sostenido. Las modificaciones que ha tenido el sistema desde su creación en 1991 lo han mejorado, los indicadores han mostrado verdaderos avances en los últimos 10 años, pero falta mucho por hacer. Muchísimo.
Pretender que la atención en salud de los colombianos estará garantizada cambiando un modelo por otro es pura y física carreta. Los recursos de la salud no son infinitos y es tan delicada la población colombiana y tan grande el sistema actual que tumbarlo tiene más riesgos que beneficios, me refiero a riesgos reales, de los que cuestan vidas humanas. Además, si lo que preocupa en gran medida es la evidente corrupción y la excesiva intermediación financiera, ¿quién o qué garantiza que un nuevo modelo no las tendría?.
Existen actualmente herramientas para combatir estos flagelos, lo que no existen son equipos idóneos liderados por personas idóneas que tengan como bandera el interés general de los colombianos y no el suyo particular.
Volver al paciente/usuario el centro del sistema, instaurar la medicina familiar como puerta de entrada al servicio (modelo inglés) asignando a cada médico la responsabilidad de una población específica georeferenciada; crear un escalafón para los administradores de los hospitales públicos para prever mejor la gestión en una institución determinada; abrir 5000 cupos para especialidades médicas (60% medicina familiar y 40% otras especialidades), lograr que los médicos residentes reciban una remuneración y que sea justa, toda vez que son una fuerza laboral altamente calificada; estandarizar las especialidades para no permitir más demoras en la atención y que las empresas no nieguen servicios, son propuestas aterrizadas, realizables y que significan que hay una visión correcta y bien orientada sobre lo que hay que hacer y el camino que hay que tomar para no caer en modelos nacionales de desarrollo social que han fracasado.
Pretender que la atención en salud de los colombianos estará garantizada cambiando un modelo por otro es pura y física carreta. Los recursos de la salud no son infinitos y es tan delicada la población colombiana y tan grande el sistema actual que tumbarlo tiene más riesgos que beneficios, me refiero a riesgos reales, de los que cuestan vidas humanas. Además, si lo que preocupa en gran medida es la evidente corrupción y la excesiva intermediación financiera, ¿quién o qué garantiza que un nuevo modelo no las tendría?.
Existen actualmente herramientas para combatir estos flagelos, lo que no existen son equipos idóneos liderados por personas idóneas que tengan como bandera el interés general de los colombianos y no el suyo particular.
Volver al paciente/usuario el centro del sistema, instaurar la medicina familiar como puerta de entrada al servicio (modelo inglés) asignando a cada médico la responsabilidad de una población específica georeferenciada; crear un escalafón para los administradores de los hospitales públicos para prever mejor la gestión en una institución determinada; abrir 5000 cupos para especialidades médicas (60% medicina familiar y 40% otras especialidades), lograr que los médicos residentes reciban una remuneración y que sea justa, toda vez que son una fuerza laboral altamente calificada; estandarizar las especialidades para no permitir más demoras en la atención y que las empresas no nieguen servicios, son propuestas aterrizadas, realizables y que significan que hay una visión correcta y bien orientada sobre lo que hay que hacer y el camino que hay que tomar para no caer en modelos nacionales de desarrollo social que han fracasado.
Mejor salud es posible y es el camino para llegar a tener un modelo de justo con el país y con los colombianos.
